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Osvaldo Bisciotti 

 

Amigo personal de Alfonsín y ex diputado nacional

¡Gracias Raúl!
 

   Luego de 1966 comencé en plena dictadura y prohibición política, a seguir todos los actos clandestinos que realizaba Raúl Alfonsín en la Quinta Sección Electoral. Siempre corridos por la policía del régimen. En sus discursos  encontraba un mensaje distinto, formador, progresista, integrador, con una visión de Argentina y del mundo verdaderamente gratificadora. Y lo saludaba cuando terminaba sus discursos y volvía a mi ciudad (Lobería) a comentarlo con mis amigos íntimos y a los mayores, que siendo balbinistas empezaban a creer en una nueva esperanza.


   Así me encontró la historia partidaria formando junto a él, Borrás, Armendáriz y otro el Movimiento de Renovación y Cambio, que a través de los años lo llevaría a la presidencia de la República. Luego, por la Quinta Sección llegué a senador provincial y desde allí empezaron los contactos más seguidos con Raúl.
  Y llegó el golpe trágico de 1976 y empezó la tragedia mortal de Argentina. Y yo empecé a viajar una vez por mes a Buenos Aires, donde me juntaba con Raúl y amigos. Más adelante comenzó a realizar reuniones en la casa de su madre, a las que invitaba a pocos dirigentes políticos de la intransigencia, socialismo y radicales. En medio de empanadas y vinos, analizábamos la marcha del régimen y cómo se podía pensar en forzar su salida. Un día Raúl dijo: “Con grandeza, señores, solo con grandeza nosotros los políticos hallaremos la salida”.
  Y siempre poniendo Raúl su firma en habeas corpus (cosa que los Kirchner no hicieron nunca) y arriesgando su vida. Me distinguió con su amistad y la de su familia.


   Y se vino la apertura electoral y comenzó la campaña, donde Raúl inició tres vueltas al país. Recitando el preámbulo de la Constitución Nacional fue abriendo la mente y el corazón de muchos argentinos.
   ¡Qué parte importante de la historia viví en la campaña electoral con Raúl!, ya que lo acompañaba a muchas giras. Era un monstruo militante. Comenzaba a las 9 de la mañana y seguía hasta la noche, haciendo 7 u 8 actos. Y a su paso estábamos viendo que caminábamos junto a quien sería el futuro presidente de los argentinos.
   Paso a paso Alfonsín catequizaba a la gente. Un día en Villa Gesell hizo un acto en las escalinatas de un teatro, y cuando estaba terminando su discurso subió una mujer de edad, que al llegar a él se desprendió de un amuleto, se lo colgó al cuello a Raúl y le dijo: “Hijo, vas a ser el presidente de los argentinos”, y lo besó. Era ni más ni menos que ”Tita” Merello, de la expresión más histórica del peronismo. Ella también lo vio…
   Y una noche, comiendo una parrillada con Otero, Armendáriz, Borrás y tres más, al final nos dijo: “Muchachos, tengo buena información (faltaban tres semanas para las elecciones). Estamos en el 51% de los votos”. Fue lo que sucedió.


   Alfonsín detuvo el péndulo de la historia y por primera vez el radicalismo le ganó mano a a mano y sin proscripciones al peronismo, para recuperar la democracia para siempre, e instalar un gobierno con diálogo para todos. Siempre hablaba de integración con todos los sectores progresistas del país y pretendía darles castigo a los genocidas.
   Y se hizo cargo del gobierno y el primer acto de grandeza fue ofrecerle la presidencia de la Corte Suprema de Justicia a su vencido, Italo Luder.

 

   Se vino el juzgamiento a los que habían dado órdenes de tortura y muerte sobre miles de argentinos. Y Raúl Alfonsín no quiso imitar un Nüremberg, donde tribunales extranjeros juzgaran a los nazis. El quiso y creyó en la Justicia argentina y firmó el decreto de enjuiciamiento contra unos 200 jefes militares responsables.
   El juicio fue admirado en el mundo entero. Dándoles las garantías que los militares no habían dado, los juzgó y condenó, con la base del Nunca más. Y el mundo lo admiró. Era un caso único en la historia mundial.
   Le organizaron los cuasi golpes de Estado con los carapintadas a la cabeza, pero el valor cívico de Alfonsín pudo más y los fue empujando a los carriles que impedirían torcer la marcha democrática de Argentina.


   Fue un lujo compartir muchos de esos momentos con él. Me hizo estar en los hechos de la historia argentina. Nadie lo puede dudar: Alfonsín fue el padre de la democracia recuperada para Argentina.
   Cómo no admirarlo y quererlo. Siempre nos enseñó el bien. “No estén en contra de los peronistas o la Iglesia. Estén en contra de los fascistas y totalitarios”, nos decía.
   Entró pobre a la presidencia y salio más pobre. No hubo un solo juicio contra él, ni durante su mandato ni después. Donó la mitad del sueldo que le tocaba por ser presidente al PAMI y el Anses de Chascomús.
   En lo personal ¿cómo no iba a escribir, sin valor literario alguno, mis dos libros sobre su gobierno y persona? El primero “Testigo y parte”, donde reivindico el gobierno de Raúl y denuncio el golpe de estado económico que le dieron; y el segundo, “Anécdotas junto a Raúl Alfonsín”, donde reivindico a través de ellas sus valores.
  Fue un presidente creativo, honesto cabalmente y valiente. ¡Gracias Raúl  por la democracia que nos diste! ¡Gracias por haberme regalado tu amistad!

 

Nadie lo puede dudar: Alfonsín fue el padre de la democracia recuperada para Argentina.Cómo no admirarlo y quererlo. Siempre nos enseñó el bien. “No estén en contra de los peronistas o la Iglesia. Estén en contra de los fascistas y totalitarios”, nos decía.

Alfonsín detuvo el péndulo de la historia y por primera vez el radicalismo le ganó mano a a mano y sin proscripciones al peronismo, para recuperar la democracia para siempre, e instalar un gobierno con diálogo para todos.

2010 - present

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