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Raúl Ricardo Alfonsín Foulkes 

 

Presidente de la República
Duración del mandato: 10 de Diciembre de 1983 - 08 de Julio de 1989
Nacimiento: Chascomús, provincia de Buenos Aires, 12 de Marzo de 1927
Defunción: Buenos Aires , 31 de Marzo de 2009

Partido político: Unión Cívica Radical 

Profesión: Abogado

   Raúl Alfonsín, dirigente del partido Radical, ganó las elecciones presidenciales de 1983 con un mensaje de esperanza democrática que caló en los argentinos tras siete años de dictadura militar, con su balance de miles de víctimas de la represión, una economía a la deriva y la desafortunada aventura bélica de las islas Malvinas. Restableció las libertades, brindó diálogo y exudó honestidad, pero sus seis años de Gobierno se tradujeron en una erosión constante de su liderazgo por el doloroso ajuste económico, que fracasó en la lucha contra la hiperinflación y la recesión, la presión del sindicalismo peronista y la imagen de debilidad en el manejo de la cuestión militar. En política exterior, alumbró el eje de integración Argentina-Brasil-Uruguay, génesis del MERCOSUR.


     Abogado y político de la Unión Cívica Radical

    El primero de los seis hijos tenidos por los señores Ana María Foulkes y Serafín Raúl Alfonsín, cursó los estudios primarios en la Escuela Normal Regional de su Chascomús natal y los secundarios en el Liceo Militar General San Martín, sito también en la Provincia de Buenos Aires, donde se graduó a los 18 años con el galón de subteniente en la reserva.

   Coincidiendo con el ascenso al poder del coronel Juan Domingo Perón, en 1946, Alfonsín inició la carrera jurídica en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), de la que egresó como abogado en 1950. Su debut universitario fue simultáneo al comienzo de la militancia en el Movimiento de Intransigencia y Renovación en el seno de la Unión Cívica Radical (UCR), el histórico partido fundado en 1891 liderado por Ricardo Balbín, del que le atraía su discurso, antioligárquico y crítico con el populismo social del peronismo.

    Tras casarse con su novia de juventud, María Lorenza Barreneche, con la que iba a tener seis hijos, instaló un bufete de abogado en su ciudad natal y comenzó una carrera política como representante público en el nivel municipal y con colaboraciones periodísticas en el diario El Imparcial. En 1951 obtuvo el cargo de vocal de la UCR en el consistorio de Chascomús y tres años después ganó una concejalía en las urnas. Poco antes de la llamada Revolución Libertadora de 1955, que derrocó a Perón y puso al justicialismo fuera de ley, Alfonsín sufrió un corto período de prisión. Tras su liberación se convirtió en jefe del comité de la UCR en Chascomús y en las elecciones generales del 23 de febrero de 1958, convocadas por el presidente militar, el general Pedro Eugenio Aramburu, ganó el mandato de diputado en la Legislatura provincial de Buenos Aires. Convertido en vicepresidente de su bancada, Alfonsín se mantuvo fiel a Balbín en el enfrentamiento suscitado el año anterior con Arturo Frondizi, pugna que terminó por escindir el partido y producir la duplicidad de candidaturas en las elecciones presidenciales, ganadas por el segundo. 

   En noviembre de 1965 Alfonsín alcanzó la presidencia del Comité radical en la Provincia de Buenos Aires e inscribió su precandidatura a gobernador en los comicios que debían celebrarse en 1967.

   El nuevo golpe de Estado del 28 de junio de 1966, que inauguró la dictadura, particularmente reaccionaria, del general Juan Carlos Onganía, despojó a Alfonsín del mandato legislativo y le devolvió a su despacho de abogado. Alfonsín comenzó a trabajar en la clandestinidad en favor de una corriente de opinión de fuerte contenido ético y que ofreciera una alternativa a la demagogia personalista del peronismo. Este activismo dio lugar en 1970 al Movimiento de Renovación y Cambio, que frente el oficialismo balbinista propugnaba una línea socialmente progresista, aproximada a la socialdemocracia europea, comprometida con las libertades civiles y los valores democráticos, y menos conciliadora con el peronismo.

   Valiéndose de sus importantes apoyos en el partido y prestigiado ante los militantes jóvenes, Alfonsín impugnó reiteradamente el liderazgo del veterano y cuatro veces candidato presidencial fallido, las dos últimas en las elecciones consecutivas del 11 de marzo y el 23 de septiembre de 1973, que significaron el retorno triunfal de Perón al país y al poder tras 18 años de exilio. El 1 de julio de 1974, Alfonsín cofundó la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos (APDH) para hacer un seguimiento del preocupante deterioro de los mismos.


   Alfonsín alternó la defensa legal de los represaliados del régimen militar, solicitando el hábeas corpus para detenidos sin cargos y en nombre de otros (los más) desaparecidos, con un cauteloso activismo partidista. Durante la guerra (abril a junio de 1982) con el Reino Unido por la posesión de las islas Malvinas, Alfonsín exigió a las autoridades información veraz sobre lo que les estaba sucediendo a las tropas y fue uno de los escasos dirigentes políticos que no se adhirió a la ola de fervor nacionalista al atisbar en la ocupación de las islas históricamente reclamadas por Argentina una maniobra demagógica y pseudopatriótica de la dictadura.

   Los posicionamientos políticos de Alfonsín en este convulso período levantaron miradas de sospecha en algunos sectores políticos, que le acusaron de restablecer la vieja contraposición peronismo-antiperonismo. Pero, a cambio, le granjearon simpatías y apoyos en una franja de independientes de la clase media, entre los jóvenes e incluso en sectores de un peronismo de complicada definición ideológica que temían la sustitución, sin solución de continuidad, del poder militar por el "poder sindical". Alfonsín consiguió aglutinar a todas las tendencias en torno a su programa de defensa de las libertades cívicas y de restauración democrática sin cortapisas.


    En su campaña electoral, el radical fue el candidato que más claramente habló sobre el futuro papel en democracia de las Fuerzas Armadas, como institución subordinada al poder civil y en particular a él como comandante en jefe en tanto que jefe del Estado. Así, propuso recortar en un tercio el presupuesto militar y que la lucha antisubversiva quedara en manos de la Policía, dentro del marco de la ley y el respeto de los Derechos Humanos.

    Por otro lado, anunció un "reordenamiento sindical" con el objeto de democratizar la institución gremial, hasta entonces copada por las poderosas centrales peronistas, y hacerla representativa del colectivo de los trabajadores. Los resultados de las elecciones del 30 de octubre de 1983 causaron sorpresa dentro y fuera de Argentina porque existía la opinión general de que el PJ, cuya militancia duplicaba al millón y medio de afiliados radicales, y sus organizaciones afines eran los principales damnificados de la ruptura constitucional de 1976 y de la represión subsiguiente, y que cabía esperar una justa reparación en las urnas. Alfonsín se adjudicó el 51,7% de los votos contra el 40,1% de Ítalo Argentino Lúder, convirtiéndose así en el primer postulante radical en derrotar a un justicialista en un cara a cara presidencial.

     El 6 de diciembre, la tercera Junta Militar de Comandantes Generales se disolvió y el 10 de diciembre, en el día internacional de los Derechos Humanos, Alfonsín recibió de Bignone la banda presidencial.


    Alfonsín arrancó sus seis años de mandato con un talante conciliador, tratando de proyectarse más como el jefe de un Estado que como el líder de un partido, pero sin olvidar la acción de justicia con las víctimas de la dictadura. El compendio de este espíritu regenerador y moralizador venía a ser la sentencia de "el pueblo unido jamás será vencido", coreada en la Plaza de Mayo tras finalizar el traspaso de poderes.

    El 13 de diciembre Alfonsín firmó el decreto 158/83 para someter a juicio penal ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas a los integrantes de las tres juntas militares, a la sazón los comandantes en jefe de las tres armas en cada momento, por su responsabilidad en los homicidios, torturas y detenciones ilegales perpetrados entre 1976 y 1983.

  El 22 de diciembre el Congreso, mediante la Ley 23.040, derogó "por inconstitucional" y declaró "insanablemente nula" la vulgarmente calificada ley de autoamnistía, norma de facto promulgada el 23 de marzo por la Junta Militar saliente para protegerse de una iniciativa como la presente; Alfonsín firmó la Ley 23.040 seis días después. Los juicios que se avecinaban, que no tenían parangón en la historia de América Latina iban a contar con el valioso aporte de la investigación realizada por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), convocada por Alfonsín el 15 de diciembre de 1983 y cuya presidencia se adjudicó a Ernesto Sábato.


     Intentos de sanar la economía y vaivenes electorales.

    Cuando Alfonsín ocupó su despacho en la Casa Rosada heredó de los militares un deplorable cuadro económico: el crecimiento era negativo, la inflación crecía a un ritmo del 20% mensual, la deuda externa sobrepasaba los 40.000 millones de dólares y el paro oficioso afectaba al 7% de la población activa. La aplicación de medidas de ajuste y estabilización iba a topar con más dificultades por cuanto que el presidente estaba resuelto a cumplir otra de sus promesas electorales, acabar con el monopolio sindical de hecho que ejercía la peronista Central General de Trabajadores (CGT), la cual se aprestó a librar un duro pulso con el Gobierno para defender su privilegiado estatus y los derechos de los asalariados.

    El 11 de febrero de 1984 la Cámara de Diputados aprobó el proyecto sobre la Ley de Reordenamiento Sindical elaborado por el Gobierno. El 10 de junio Alfonsín rechazó en nombre de la "justicia social" las condiciones puestas por el FMI para el reescalonamiento de la deuda, pero luego cambió de postura, de manera que el 30 de septiembre el Gobierno alcanzó con el citado organismo un acuerdo gradualista y el 28 de diciembre tuvo acceso a un crédito de 1.700 millones de dólares. El 3 de septiembre Alfonsín encaró su primera huelga general, convocada por la CGT en demanda de alzas salariales para compensar el encarecimiento de los precios.

    Alfonsín y su nuevo ministro de Economía, Juan Sourrouille, basaron sus esperanzas de recuperación en el Plan Austral. Anunciado a la nación el 14 de junio de 1985 y puesto en vigor al día siguiente, el plan introducía una nueva divisa nacional, el austral, en sustitución del peso argentino. Canjeado a 1000 pesos la unidad, el austral nacía cotizando con un tipo de cambio fijo de 80 centavos de austral por dólar, lo que suponía una devaluación del 15%. No obstante, en la primavera de 1986 el Plan Austral ya dio muestras de agotamiento. A partir de marzo, cuando la tasa cayó al mínimo del 2% mensual, la inflación volvió a las andadas mientras que la recesión tenía toda la traza de agravarse. Además, el austral comenzó a desvalorizarse con respecto al dólar en el mercado de cambio. El único dato positivo era el superávit comercial, posibilitado, ahora bien, por la caída de las importaciones en un país medio paralizado.

    El año 1986 terminó con una inflación acumulada del 82% y 1987 iba a registrar una tasa del 175%. En junio del segundo año, después de presentar en marzo una versión actualizada que el público dio en llamar el australito, el Gobierno declaró oficialmente fenecido al Plan Austral y al mes siguiente anunció, de conformidad con el FMI a cambio de otro crédito de contingencia o stand-by, un nuevo paquete de medidas contra la inflación y el déficit en las cuentas externas e internas, con rígidas pautas en lo referente a salarios, impuestos, tarifas de servicios públicos y tipo oficial de cambio del dólar.  

 

   Alfonsín entregó el mando a Carlos Saúl Menem en 1989 en forma anticipada, en medio de un proceso hiperinflacionario. Tras dejar la presidencia realizó el Pacto de Olivos con Menem, que permitió la realización de la Reforma de la Constitución Argentina de 1994. Unos años después participó en la formación de la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación, que llevó al gobierno a Fernando De la Rúa. Luego de la derrota electoral de 1989 Alfonsín permaneció como presidente de la Unión Cívica Radical.

    El 20 de diciembre de 2001, en medio de una crisis económica y de agitación social (que incluyó el llamado "cacerolazo"), el presidente De la Rúa presentó su renuncia. Alfonsín, como senador, apoyó la elección como presidente provisional de Eduardo Duhalde, para luego renunciar a su banca en julio de 2002. Roberto Lavagna, ministro de Economía de Duhalde y Kirchner (hasta 2005), había sido en su momento Secretario de Comercio Exterior de Alfonsín por un breve período. Durante su período como senador, Alfonsín colaboró activamente con el gobierno provisional, y fue él quien le aconsejó a Duhalde que pusiera a Lavagna como Ministro de Economía.

    El 24 de marzo de 2006, al cumplirse 30 años del golpe militar de 1976, Alfonsín encabezó un acto frente a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), en el que reivindicó el rol de su gobierno en el juicio a las juntas y su política de derechos humanos, y cuestionó al gobierno de Néstor Kirchner, por la modificación no consensuada de la ley del Consejo de la Magistratura.

   El 31 de mayo de 2008 Ricardo Alfonsín anunció a los medios que su padre se recuperaba en la Capital Federal de un tratamiento anticancerígeno recibido días atrás en una clínica de Estados Unidos, a donde se había trasladado tras diagnosticársele un tumor pulmonar.

   Poco después, el 2 de julio, la Cámara de Diputados de Buenos Aires lo nombró "ciudadano ilustre" de la provincia "por su aporte permanente en favor de la democracia, su defensa irrenunciable a la lucha por los Derechos Humanos y su compromiso inclaudicable en pos un país mejor". Alfonsín asistió a la ceremonia y en su discurso a los legisladores apeló a la unidad de los argentinos. Alfonsín hizo su última aparición pública el primero de octubre de 2008, en una ceremonia en la Casa de Gobierno en el marco del 25 aniversario del retorno de la democracia; allí, la presidente y el Gabinete en pleno ejercicio le rindieron homenaje y se descubrió un busto con su efigie en el Salón de los presidentes.

   El deterioro físico de Alfonsín era evidente. El cáncer de pulmón se le había agravado con una metástasis ósea y se adentraba en su fase terminal. En marzo de 2009 contrajo una neumonía y el fatal desenlace se produjo en su domicilio de la Avenida Santa Fe, rodeado de su esposa Lorenza, hijos y demás familiares, el último día del mes. La muerte del ex presidente causó viva impresión en la sociedad y todo el arco político argentino. El Gobierno decretó tres días de duelo oficial y organizó unos funerales de Estado. La presidente Fernández, desde Londres, donde se disponía a tomar parte en la cumbre del G-20, encabezó una larga secuencia de expresiones de condolencia, elogio y respeto pronunciadas por personalidades de todos los ámbitos y tendencias.

     El 1 de abril los restos mortales de Alfonsín, en féretro abierto, fueron velados en el Salón Azul del Senado. Por la capilla ardiente desfilaron las principales autoridades de las instituciones federales, dirigentes históricos del radicalismo, representantes del oficialismo kirchnerista, líderes de los partidos parlamentarios, gobernadores provinciales y antiguos ministros. La masiva expresión de duelo popular agolpada a las puertas de la sede legislativa se repitió al día siguiente, 2 de abril, en el cortejo callejero. Escoltado por la guardia presidencial, se condujo al ex presidente al panteón del cementerio de la Recoleta destinado a los caídos en la llamada Revolución del Parque de 1890, lugar de descanso de próceres radicales como Yrigoyen, Illia y Leandro Alem. 

 

Fuente: Fundación CIDOB

Centro de Información y Documentación Internacional de Barcelona

 

"Siempre creí y así lo dije en tantas oportunidades que es la misión de los dirigentes y de los líderes plantear ideas y proyectos evitando la autoreferencialidad y el personalismo; orientar y abrir caminos, generar consensos, convocar al emprendimiento colectivo, sumar inteligencias y voluntades, asumir con responsabilidad la carga de las decisiones. Sigan a ideas, no sigan a hombres, fue y es siempre mi mensaje a los jóvenes. Los hombres pasan, las ideas quedan y se transforman en antorchas que mantienen viva a la política democrática."

2010 - present

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"Vamos a asegurar desde hoy la democracia y el respeto por la dignidad del hombre en la tierra argentina. Vienen tiempos duros y difíciles, pero no tengan ni una sola duda; vamos a arrancar, vamos a salir adelante, vamos a tener el país que nos merecemos, y no porque nos gobiernen unos iluminados, sino por esto, por esta unidad del pueblo"

"Reestablecimos la libertad de las personas, de la justicia, de la educación, de la cultura, de la prensa, de los sindicatos y la política. En cada una de estas reparaciones debimos enfrentar la resistencia, el encono y hasta el sabotaje no sólo de quienes le impusieron al país una concepción autoritaria, sino también de los sectores agredidos en sus privilegios por la democracia. Siempre he sostenido que llegaba más lejos la acción de todo un pueblo convencido de su obrar que el acto solitario del gobernante por genial que pareciera. Esa era la superioridad histórica de la democracia sobre el autoritarismo"."

"Y si alguien distraído al costado de camino cuando nos ve marchar, nos pregunta, como juntos, porque lucha, tenemos que contestarle con las palabras del preámbulo... que marchamos, que luchamos... ´para constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer la defensa comun, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que deseen habitar el suelo argentino´".

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