
Avances en obras y salud pública
Colaboración de Julio M. Municoy para Ecos Diarios
En nuestras dos gestiones se lograron muchos avances para el distrito a partir de un adecuado manejo de los recursos económicos y hubo aspectos que se constituyeron en verdaderos eslabones en esta cadena de progreso, como las obras públicas y lo concretado en materia de salud pública.
Accedí a la función pública luego de haber retornado a Necochea en 1985 para montar la sala de terapia intensiva en la Clínica Regional junto a Miguel Landa y José Luis do Pico. Años más tarde, cuando era intendente Horacio Alfredo Vidal, después del fallecimiento de Domingo Taraborelli, me llegó el ofrecimiento para hacerme cargo de la Dirección de Salud, de parte de Juan Ruiz y Héctor Llarías. Recuerdo que al frente de Bienestar Social estaba Mario Maciel.
Fueron años muy difíciles porque a raíz de la inflación nos vendían los medicamentos al contado.Cuando destituyeron a Vidal y asumió Julio Magnaterra, me ofrecen pasar a Bienestar Social y acepté porque siempre tuve un fuerte compromiso con la salud pública.
Posteriormente, con el apoyo del sector de Miguel García, me impulsaron como precandidato a intendente y ganamos la interna a Luis Alsinet, a quien respaldaba Diana Gutiérrez.
El 10 de diciembre de 1995 asumí como intendente y, en la primera etapa, acomodamos la cuestión presupuestaria, porque se debían tres presupuestos, además de trabajarse en el déficit de ingresos y egresos. Lamentablemente, hubo que reducir cargos en el marco de la ley de emergencia económica, pero con el correr de tres años se saldó casi toda la deuda y se ejecutó mucha obra pública.
Se instrumentó el sistema local integrado de salud en todo el distrito, reequipamos los hospitales, se inauguró el centro de rehabilitación en el Hospital Irurzun, remodelamos la villa balnearia, la estación de piscicultura, el Casino, se iluminaron las playas, se creó la Universidad de Quequén y en el Festival Infantil se montó el festivalódromo, con más de cuatro mil chicos en las carpas y los funcionarios y militantes trabajando durante una semana en el lugar.
Por entonces, se invirtieron más de 8 millones de pesos en obras de pavimentación. Por ejemplo, entre 1996 y 1999 se ejecutaron 170 cuadras de asfalto, además de numerosas cuadras de cordón cuneta, la ampliación de la avenida 75 y las colectoras cloacales que permitieron la amplicación de la red. Recuerdo que se ejecutaron 31.312 metros de obras de agua que beneficiaron a más de 5.000 familias. Maquinaria nueva por leasing con el Banco Provincia se compraron ocho motoniveladoras, seis camiones con cajas volcadoras, tres palas cargadoras, dos retroexcavadoras y dos compactadoras. Uno de los hitos más importantes de la primera gestión fue la apertura de las ofertas para la extensión y reparación de la Escollera Sur de Puerto Quequén.
Hay que reconocer que hacia el fin del primer mandato se desató una crisis económica importante en el país, lo cual nos obstaculizó, por ejemplo, hacer más cuadras de pavimento.
Cuando fui reelecto en octubre de 1999, el gobernador elegido, Carlos Ruckauf, me pidió que me hiciera cargo de la presidencia del IOMA.Por entonces, con mi grupo consideramos que ese lugar nos permitiría traer muchas mejoras para Necochea. Si bien esto me colocó en una disyuntiva, terminé aceptando, solicité licencia al cargo de intendente, pero volví a los dos años.
Sinceramente, me arrepentí de haberme ido y reconocí públicamente mi error, por lo que pedí perdón a la sociedad por la desacertada decisión que adopté. Pensé que daría soluciones a muchos problemas y que si no iba con Ruckauf recibiríamos una especie de castigo.
Después de los interinatos de Abel Lagheza, Ramón del Carmen Ortiz y Beatriz Di Russo, y en medio de una crisis económica muy grande, volví a asumir en la Municipalidad.
En la segunda gestión no alcanzamos a concretar muchas de las cosas que nos habíamos propuesto, ya sea por problemas políticos y económicos, y por el estado de bancarrota que atravesaban tanto la Provincia de Buenos Aires como la Nación.De todos modos, en ningún momento aumentamos las tasas, por lo que llevamos adelante una gestión austera. Por los bajos niveles de actividad económica y empleo, no podía pedir que se pagara más porque la gente no podía.
Cuando asumí en 1995, los recursos eran de 29.100.740 pesos (la gestión anterior adeudaba unos 21 millones), en el 96 se pasó a 33.550.00 pesos de recursos y me fui con 35 millones. La coparticipación era de unos 7 millones y en 2012 fue de 90 millones. En personal ahora se destinan casi el 75% del presupuesto y en la época mía este rubro se llevaba sólo el 48 por ciento. De los 1200 empleados que dejamos, luego se pasaron a 1800.
También vale destacar que a Daniel Molina, que asumió en 2003, le entregamos la Municipalidad con un superávit de 1.500.000 de pesos en la caja. Los números no mienten y así lo demostraron en nuestras gestiones. Impronta de MalvinasA Malvinas fui como médico voluntario y fue muy triste el regreso. Recuerdo que cuando el ex intendente José Aloisi me invitó a un acto, se hizo frente a una placa en 46 y 59. Consideré que eso no podía ser, porque no podíamos homenajear a una piedra cuando quienes habían vuelto a escondidas, maltratados, calificados como locos de la guerra, merecían otra cosa.Así fue como impulsamos el monumento en avenida 56 y 59, mientras que luego se construyó el de Quequén, que es el más grande de Sudamérica. En la inauguración desfilaron más de 4 mil personas y fueron 40 mil al acto.
La gente siempre nos acompañó porque esta causa nos unió, aunque de la parte oficial se demoró para que los ex combatientes tuvieran cobertura médica y se les otorgara una pensión.Desde IOMA colaboramos mucho y después se hizo un buen convenio con PAMI.
En mi caso, fui a Londres siendo intendente, cuando nos invitaron a tres veteranos. Yo viajé como médico voluntario. Pero a las islas nunca quise volver, aunque acepto que vayan veteranos y familiares de los caídos. Nunca quise entrar a Malvinas con un pasaporte que lleve el sello de las Falkland.
Con Gerónimo Venegas nos une una amistad inseparable. Yo me reunía con los dirigentes de las 62 Organizaciones de Necochea en el local de la Galería Zulberti, cuando Momo todavía estaba en Necochea. Recuerdo que ocupaba la Dirección de Salud y hablábamos del peronismo y de cómo darles mejor cobertura a los trabajadores.
Cuando surgen diferencias con Miguel García, se produjo una interna y, en mi caso, recibí el apoyo incondicional de Momo, pero al margen de la política forjamos una amistad hasta el día de hoy.
Siempre quise lo mejor para mi pueblo y trabajé, tanto como intendente como cuando fui diputado provincial, para alcanzar ese objetivo.
En la salud pública pude canalizar ese deseo y por eso proyectamos una obra, como la terapia intensiva, que quedó paralizada en su momento porque debíamos optar, a raíz de la grave crisis económica nacional, entre hacer obras o darle de comer a la gente.