
El desafío más importante
Colaboración de José Antonio Aloisi para Ecos Diarios
Habían pasado pocos días del accidente que le costó la vida al doctor Domingo José Taraborelli, cuando el gobernador Antonio Cafiero me llamó a su despacho para decirme: “Prepárese, usted debe retener Necochea”.
Allí empezó el camino que me iba a llevar a asumir como intendente el 13 de diciembre de 1991, la misma jornada en que cumplía 40 años.
Inmediatamente, comenzamos a armar grupos y equipos, sabíamos que debíamos sortear previamente una dura interna y una elección general enmarcada en la inestabilidad institucional de aquel momento.
Visitamos casa por casa, cada uno de los barrios del núcleo urbano y cada pueblo del interior. Delegué el Partido Justicialista en otros compañeros y me aboqué de lleno a armar equipos de trabajo, en una convocatoria abierta para adentro del justicialismo como también para sectores extrapartidarios e independientes.
Las cuestiones que le interesaban a la población, eran muy distintas a las actuales demandas, especialmente, se centraban en calidad de vida, servicios, educación, salud, entre las más importantes. Así que tomábamos nota y fuimos elaborando nuestra plataforma con las acciones que entendíamos llevaríamos a cabo desde el gobierno.
Una vez asumido en el Departamento Ejecutivo, propuse un organigrama con sólo 25 funcionarios, incluidos los delegados del interior. Me sentí acompañado por la mayoría de los trabajadores municipales que con su esfuerzo y comprendiendo la difícil coyuntura, respaldaron la gestión.
En el Concejo Deliberante, pese a estar en minoría los cuatro años, jamás consideré que se me pusieran “palos en las ruedas”, al contrario, hubo una relación política muy madura en los temas más importantes. Se discutía con dureza, pero siempre de manera frontal y buscando consenso, entendía que era vital mantener la puerta abierta y despejada con el HCD, en lo que fue un ida y vuelta, que muchos frutos rindió, porque en definitiva eso es la política, relaciones humanas.
Yo jamás recibí un agravio, y debo reconocer el esfuerzo que hizo nuestro bloque de ediles, pese a los distintos posicionamientos internos, a no mezquinar esfuerzos en pos de los objetivos; no fui de quejarme de la “herencia recibida”, porque de hecho sabía qué responsabilidad asumía cuando acepté ser candidato.
Cada gestión está marcada por realidades distintas, a nosotros nos tocó un momento, donde meses antes de asumir el gobierno nacional ponía en marcha la desregulación de la economía. Intuí que iban a ser los sectores más desprotegidos, las pequeñas empresas y los estados municipales quienes iban a ser los principales afectados, porque, obviamente, era el primer paso a medidas profundas que vinieron estando ya en el gobierno.
Se produjo el cambio de moneda y el congelamiento de tarifas, la convertibilidad y el desguace del estado que como cascada cayeron sobre provincias y municipios servicios desfinanciados, que hacían que la administración sea una lucha del “día a día”.
La solución que te proponían era, sacar camas de los hospitales, privatizar el Anfiteatro y el Teatro Municipal, el agua, cementerio, entre otros disparates que al no llevarlos adelante te ponían fuera del sistema, a la hora del reparto de los ATN (aportes del tesoro nacional, en forma de subsidios), o subsidios especiales no retornables.
Por allí empezó aquello de la “sintonía fina”, que no fue otra cosa que sacarle poder a los intendentes, para pasárselo a “hacedores”, y recuerdo como contrapartida al gobernador Antonio Cafiero separar a dos ministros por desatender a intendentes. Hoy se ve a ministros que casi no conocen la Provincia pero sí, se abocan tiempo completo a armar “espacios” a espalda de los intendentes; esta distorsión se viene a rectificar con el sistema de primarias abiertas, en la medida que se eliminen las colectoras, que desvirtúan el objeto de legitimizar liderazgos, a la vez de elegir candidaturas. Los liderazgos locales son la base del poder real de los gobernadores y del sistema mismo.
Tal vez dentro de años se logre el cambio, donde una Provincia muy rica en cuanto a su aporte al PBI nacional pero muy pobre en relación a la copartipación que recibe y una Provincia que le da el mismo trato a sus municipios.
Donde lo que es hoy ya un gran área metropolitana, que es el conurbano, absorbe gran parte de los recursos en detrimento de la Provincia interior, gran superficie que cubren 100 municipios fuera del tercer cinturón que delimita la ruta 6 (Campana-La Plata), que generan el 80 % de la riqueza bonaerense y reciben menos de la mitad. Allí deberá darse la gran batalla por la verdadera autonomía, que es la económica, la que nos corresponde sin confundir, solidaridad con derechos. En ese aspecto es donde se debe buscar la principal causa del déficit crónico de las comunas.
En nuestra gestión le dimos mucha importancia a eventos que tuvieran compromiso de la comunidad: se recuperó La Fiesta Nacional de las Letras, el Torneo de Ajedrez Playas de Necochea, La Fiesta de los Pescadores. Logramos la Subsede de los Panamericanos de Fútbol, el Congreso Nacional Scout, con más de 10.000 jóvenes, el Congreso Nacional de Terapia Intensiva, el Concurso Nacional de Piano, los Torneos de Verano, las Olimpiadas Profesionales.
En turismo culminamos el desarrollo de los balnearios integrales iniciados en época del Dr. Taraborelli y readjudicamos unidades cuyos concesionarios no habían cumplido con el pliego. En esos años los clubes Villa Díaz Vélez y Villa del Parque, el Campamento Scout comenzaron a construir sus complejos e impulsamos las inversiones en el área de Las Grutas, para darle oportunidades a lo que son hoy los complejos de camping y cabañas.
Me tocó inaugurar el camping del gremio de Aduanas que impactó la calidad de la estructura instalada, luego en otras gestiones llegaron entre otros el de UATRE y Camioneros. Se generó en ese sector un polo turístico que es orgullo de todos los necochenses. Quedó el proyecto que años después tomó el senador Gastón Guarracino para la expropiación de 700 hectáreas al Sur de Punta Negra para erigir la ampliación del Parque Lillo de los próximos 30 años. Su temprana y dolorosa desaparición dejó el proyecto a medio tratar en la legislatura provincial y estoy convencido de la necesidad de reimpulsarlo.
El municipio me recibió con algunas situaciones inesperadas, la comuna dirimía en la Suprema Corte el juicio que el estudio que había propuesto el faraónico frente costero. Había una demanda, pero finalmente pudimos ganar la misma.
El conflicto que estalló a la semana de asumir por las consecuencias de la rotura del manto rocoso en el acceso al puerto y el posterior refulado, el destino de la piedra y las consecuencias en esa temporada, cuando fuimos tapa de Clarin “por la contaminación”, que sólo era turbidez del agua; que como contrapartida, nos permitió utilizar tosca de muy buena calidad para entoscar cientos de calles del núcleo urbano.
Paralelo a ello, hubo que abocarse a desmontar un médano que cubría la avenida 2, de dimensiones tales que alcanzaba los 8 metros o más de altura por casi 600 metros, mientras poníamos en marcha la gestión.
En turismo, salimos a consolidar mercados, fundamentalmente en Capital Federal, donde instalamos la Casa de Necochea en el centro de la Capital, participamos los cuatro años en la Feria Internacional de Turismo; llevamos permanentemente nuestra promoción a provincias emisoras como Mendoza, San Juan, La Pampa, ciudades como Rosario, Córdoba y las más importantes de la Provincia de Buenos Aires como Bahía Blanca, La Plata y las que se ubican en un radio de 300 kilómetros de Necochea. Alentamos de diversas formas la comercialización de nuestro producto en conjunto con la actividad privada local.
En economía nos llevó mucho tiempo y esfuerzo reordenar la contabilidad del municipio, en aquellos años se carecía de herramientas tecnológicas de la actualidad, y había un sensible atraso en la rendición de cuentas de años anteriores; en Obras Públicas había una sola computadora para toda la dependencia.
Hicimos un esfuerzo muy grande para mejorar la recaudación, pongo como ejemplo, el seguimiento permanente de los principales deudores y la publicación de sus nombres, una vez de agotadas las instancias y previo al pase a legales para su cobro, como también, en acuerdo con el Concejo Deliberante de la transferencia del cobro de la tasa de alumbrado a UPC, lo que si bien nos desfinanció económicamente en su momento, significó un aumento en mas del 30% en el cobro de dicho tributo, medida que hoy sigue vigente.
En Salud, con mucho esfuerzo, pudimos sostener y hacer crecer el servicio, pese al congelamiento de los ingresos y a los constantes aumentos de los insumos.
El hecho más penoso que me tocó vivir, fue el del tornado de la noche del 13 de abril de 1993, que hizo estragos en todo el distrito, principalmente, en Juan N. Fernández, Quequén y en gran parte del casco urbano local.
Recuerdo con dolor el niño que murió como también la impecable labor del entonces jefe de bomberos, Juan Llorens, además de los más de 1.000 evacuados y autoevacuados. Fue un gran esfuerzo resolver el tema de los daños en viviendas para que sus habitantes pudieran volver.
Párrafo aparte para todos los concejales que nos acompañaron en la emergencia. En Educación acompañamos todas las gestiones del Consejo Escolar que tuvo logros: como la creación de la Escuela de Enseñanza Media en el Barrio 9 de Julio, del servicio de Primaria Escuela Nº 50; la adquisición de la propiedad para construir el Jardín de Infantes Nº 913; la compra del Hotel Luján para el funcionamiento del Jardín Nº 914; como también las innumerables gestiones a favor del distrito que llevó adelante el senador provincial Miguel García; acompañé sin reserva la gestión de la Comisión pro Universidad, encabezada por Pedro De Ilzarbe, que culminó con la radicación de la Unicen en la ex Colonia Segba, de Quequén.
Desde Obras Públicas se plantearon obras como las colectoras cloacales sector parque, en calle 30 entre 81 y 103; Barrio Norte, en calle 39 entre 84 y 86; en Barrio 9 de julio, en calle 83, de avenida 58 a 98; en Almirante Brown en 1.000 metros; en avenida Lobería (hoy Benedicto Campos), 2.500 metros y planta de bombeo, y muchas en diferentes barrios por el convenio Vecino-Municipio.
En pavimento logramos el ensanche y asfalto de avenida 98, entre 59 y75; el acceso al Hospital Irurzun; las 70 cuadras de cordón cuneta en Quequén; el reasfaltado de calle 46, calles del microcentro, la avenida 2 de avenida 91 al Paraje Neptuno; la apertura de la avenida 2 tras el Camping Miguel Lillo, y pusimos en marcha el Plan Luces para transformar el alumbrado público de mercurio a sodio a presión.
Agrego el trabajo con la Comisión Hídrica del distrito, para lograr la canalización necesaria para resolver el problema de inundaciones, resaltando el trabajo de la ingeniera Susana Laborde y de Joan López Pueyrredón, como así también la creación del Ente Regional de Estudio del Río Quequén, con Hidráulica provincial y los municipios que integran la cuenca.
Entregamos 163 viviendas en diversos planes y reconstruimos el Barrio de 120 Viviendas de Quequén, seriamente afectado por el tornado de 1993.
Después de haber superado el desafío más grande de mi vida, estoy eternamente agradecido a todos mis colaboradores, sabiendo que mucho habíamos hecho, pero también que mucho quedó por hacer. Cuatro años más tarde le entregaba el gobierno a otro compañero, el doctor Julio Municoy.